El doctor en Patrología José Manuel Llamas Fortes impartió el viernes 22 de septiembre la lección inaugural de la apertura del curso académico 23-24 para los Centros Teológicos Diocesanos, en los que es profesor. El título de dicha lección fue «El fin del mundo (tal y como lo conocemos). Padres de la Iglesia y cambio de época», que explica en la siguiente entrevista.
«El fin del mundo (tal y como lo conocemos)», ¿por qué este título?
En realidad el título no es mío, es el de una canción del disco Document, de R.E.M., de 1987. Y esa tonadilla, junto a una conversación con mi primo Antonio, de Alcaucín, me dio la idea sobre el tema de la lección inaugural. Ya sé que puede sonar bastante surrealista, pero así es. Me refiero a que la lección en sí tiene un punto, me parece, de extravagancia, porque ¿qué tiene que ver R.E.M. con los Padres de la Iglesia (el subtítulo es: «Padres de la Iglesia y cambio de época»), estos con el cambio de época que estamos viviendo, o mi primo Antonio con todo lo anterior? Quizás el hilo que une todo es el anuncio que, primero Juan XXIII y después, reiteradamente, Francisco nos han hecho: estamos en un cambio de época. Tengo la impresión de que no somos lo suficientemente conscientes de esto, y que, parafraseando al grupo de rock Vetusta Morla, vamos saltando con el paso equivocado.
Es la primera vez que una lección inaugural tiene un apartado bibliográfico de música y cine, ¿son parte de ese estudio del fin del mundo?
En realidad es un estudio sobre el fin del mundo moderno, no del mundo así en general, no se vaya a creer la gente que me he convertido en un profeta apocalíptico dispuesto a terminar pegando graznidos melancólicos por Calle Larios al ritmo de ‘Cualquier tiempo pasado fue mejor’.
Estuve dándole muchas vueltas a estas citas. En realidad son parte de mi cultura: yo soy un hombre postmoderno, he crecido con el rock y el cine como alimento vital, y tengo la sospecha de que gran parte de la Iglesia no nos estamos tomando en serio, en general, la cultura contemporánea, y esto nos hace incapaces de dialogar con nuestro mundo y, por tanto, de inculturar la Buena Noticia. Así que me dije: «¿por qué no?», y pregunté a U2, a The Cure, a Steven Spielberg, a Stanley Kubrick, a Terry Gilliam, a Second, a 091 y a otros, qué piensan sobre lo que está pasando. Y he procurado recoger, desde mi miseria cultural, algunas de sus respuestas.
¿Qué significa para ti inaugurar el comienzo de curso con esta lección?
La verdad es que, lo primero, un peso en las espaldas. Ya sé, a lo mejor debería tomármelo de otra manera: «¡Qué suerte! ¡Me han elegido!». Pero eso no es así. Este año me lo han propuesto a mí como le podía haber tocado a cualquiera de los profesores del CSET. Partiendo de aquí, la primera gran cuestión que asalta mi azotea es la siguiente: «¿Qué puedo hacer para evitar esa sensación de ridículo cultureta con regusto a alcanfor que me alcanza cuando asisto a este tipo de actividades?». Toda esa parafernalia de títulos y buenas maneras importada del humanismo “chic”, que suele acompañar a los actos oficiales, me parece verdaderamente espantosa, sobre todo cuando me imagino a Jesucristo, el Hijo de Dios hecho carne, sentado a mi lado. Y diciéndome al oído: «Vosotros, en cambio, no os dejéis llamar rabbí, porque uno solo es vuestro maestro y todos vosotros sois hermanos» (Mt 23, 8). Así que, sinceramente, para mí significa compartir con los demás hermanos y hermanas algunas reflexiones que nos puedan ayudar a caminar con esperanza en este cambio de época.
Los Padres de la Iglesia pueden parecer muy lejanos en el tiempo pero, por tu lección, parece que son mucho más cercanos de lo que parece.
No solo lo parece. Estamos viviendo, sin duda, una época que tiene algunas claves muy similares a las que vivieron ellos. Les tocó navegar el mar de la crisis del mundo clásico, con el derrumbe de la religiosidad social politeísta, y nosotros debemos atravesar el océano de la crisis del mundo moderno, con el derrumbe de la religiosidad social de cristiandad. Pero muchas de las luces que ellos encendieron en mitad de aquella niebla nos sirven, sin duda, para iluminar la nuestra, como nos muestra el papa Francisco. La gran cuestión es si queremos encenderlas, o preferimos seguir en la cómoda bruma de nuestros cuarteles de invierno.
¿A qué conclusión has llegado con esta lección?
He llegado a la conclusión de que, efectivamente, estamos en un cambio de época. Vale, para eso no hacía falta perder el tiempo elaborando un libreto de portada marrón. Pero añadiría que, ya que este cambio de época va a arrasar con todo lo que ha significado la cristiandad moderna, edificios incluidos (y quien no me quiera creer que se pregunte por qué se han tenido que desenterrar las ruinas de los templos politeístas del siglo I o de las basílicas del siglo VI, que se hicieron seguramente con la misma intención de inmutabilidad que nuestras catedrales), es una buena idea que escuchemos a los Padres de la Iglesia, porque ellos nos están susurrando muchas intuiciones que nos ayudarán a sacudirnos la melancolía de los últimos de Filipinas, para navegar como vigías del amanecer.
Lección inaugural
Tuvo lugar el viernes 22 de septiembre. A las 18.30 horas, la Eucaristía en la iglesia del Santo Cristo, en calle Compañía y a las 19.30 horas, el acto académico en el centro de Estudios Teológicos San Pablo, con la lectura de la memoria del curso 22-23, la lección inaugural a cargo del profesor José Manuel Llamas Fortes, las palabras del decano de la Facultad de Teología de la Universidad Loyola Andalucía, Gonzalo Villlagrán SJ, y la inauguración oficial del curso 23-24 por el Sr. Obispo, D. Jesús Catalá.